Siempre admiré la sapiencia histórica de los obreros paraguayos para improvisar asados de falda en el cordón de la vereda, la tenacidad guaraní dentro de los campos de fútbol y la belleza inigualable de las muchachas del Chaco Boreal.
Sin embargo, si algo ha elevado hasta lo más alto mi sentimiento de amor por el Paraguay, esto ha sido, sin dudas, la capacidad brillante y vanguardista de este pueblo para inventar la única sopa sólida de todo el universo. Y no es poco.
La sopa paraguaya, poco tiene que ver con los famosos caldos de cocción, fríos o calientes, que se sirven en las distintas mesas del mundo. Se trata más bien de una torta esponjosa y salada, rica en calorías y proteínas, compuesta a base de harina de maíz. Ahí va la receta…
INGREDIENTES: 3 cebollas bien grandes, 1 cucharada de sal gruesa, grasa de cerdo, cinco huevos, queso duro rallado grueso (150 g.), queso semiduro rallado grueso (250 g.), queso cremoso (300 g.), harina de maíz (300 g.), 1 taza de leche cuajada o natural, nata de leche.
PREPARACIÓN: Se corta finamente la cebolla y se la hierve con agua y sal durante 10 minutos, en un recipiente tapado. Se deja enfriar. Luego se bate la grasa (si no hay grasa puede ser un poco de aceite) y se agregan los huevos, de a uno, continuándose el batido. Luego se añade el queso desmenuzado.
A esa pasta se le incorpora la cebolla con el agua en la cual hirvió y poco a poco, muy lentamente, la harina de maíz, alternando con la leche y la nata. Se mezcla todo con suavidad y se coloca la pasta obtenida en una asadera engrasada para luego cocinar a horno caliente (a 200 ° C) durante una hora aproximadamente.