Siempre resulté campesino en la ciudad, visitante esquivo en la mole gris; excusas imperfectamente válidas para perderme, pasarme y repreguntar lo que ya sospechaba antes, cada vez que me largo a caminar por las calles de Buenos Aires. Esta específica vez de marzo andaba yo por Scalabrini Ortiz, casi llegando a la esquina de Córdoba, cuando se me ocurrió preguntarle a un muchacho acerca de la calle Estado de Israel. Amablemente me informó que tenía que hacer una más hasta Lerme y después bajar cuatro. Seguí sus instrucciones con exagerada fidelidad y como me pareció que (me saco el sombrero señor, me saco el sombrero ante la torta de ricota de Gino) ya habían pasado las 4 cuadras y la avenida del sionista estado no aparecía, decidí volver a interrogar a alguien. Crucé una calle y vi a una chica en la puerta de un edificio. Me acerqué cortésmente y le pregunté. Me miró con ojos de no saber y resultó ser que no sabía, pero sin embargo, tocó timbre en uno de los departamentos para averiguarme. Como no le respondieron, al toque sacó el celular y empezó a llamar.
Personalmente me pareció algo desmedido el gesto, pero acepté gustoso la camaradería de la muchacha. Habló con alguien resumiéndole brevemente mi inquietud y enseguidita alzó la vista hacia mi y extendiéndome el teléfono dijo: “Tomá, hablá vos que es el que te indicó recién”. Atendí el aparato y una voz apenas familiar me hizo saber que era el mismo al que le había preguntado hacía cinco minutos, repitiéndome instrucciones similares a las anteriores. Yo quedé tan incrédulo, tan pasmado, tan deliciosamente sorprendido sobre las probabilidades de mi guía cósmico que, por seguir preguntándonos (a él por teléfono, a mi mismo mientras caminaba) “¿Posta sos vos loco?”, me pasé una cuadra y tuve que retomar al trote para agarrar estado de Israel y contarle a todo el Mundo lo curiosa que es la casualidad.
Esta narrativa pertenece a la antología mágica y naranja de Julio Giglio, ferviente escritor oriundo del barrio de Villa Ballester . Contacto: vulne@hotmail.com.
che, que me gustó mucho el cuento ehhh, que me gusto!
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