El fútbol, como fenómeno masivo, identifica.
Por encima del negocio del balompié, que sólo usufructúa una pequeña minoría empresaria, miles de personas se sienten representadas por colores aleatorios y hacen de esa representación un estilo de vida. Están lejos del circo mediático, de los negociados y de los contratos televisivos. Pero son miles y sin ellos la parte infame y decadente del fútbol no podría sostenerse. Son los hinchas. Los que saben qué es el amor. Los que se han topado más de una vez con el significado lascivo de la palabra sufrimiento. Los que se han mojado varias veces, pero nunca (o en contadas ocasiones) dejaron que la pasión por sus colores se destiña. Al contrario, suelen esgrimirlos, venerarlos, apasionarse incondicionalmente con ellos, recorrer cientos de kilómetros para alentarlos. A veces, cuando sus rutinas sociales son demasiado vacías, esa línea que separa el fanatismo de la locura se vuelve tan borrosa que algunos llegan incluso a matar. No tienen la culpa. O la tienen, en tanto víctimas de un sistema de exclusión social que margina y deseduca cada vez más a los que tienen poco o no tienen nada.
Rody Soria, moviéndose entre los límites oscuros del terreno del fútbol (es decir, entre el sistema dirigencial y el barrabravismo), ha sabido cómo alumbrar artísticamente la llama del fanatismo y el colorido, poniéndole su impronta cotillonesca a muchísimos estadios del fútbol argentino. Con su perfil bajo, sus aerosoles y aerógrafos, Soria es el responsable de los telones (banderas gigantes) que al menos 22 equipos nacionales han esgrimido alguna vez como recibimiento a sus jugadores.
Según las fotos que he visto en su Cara de Libro, Vélez Sarsfield, Huracán, San Lorenzo, Boca Juniors, Tigre, Olimpo de Bahía Blanca, All Boys, Lanús, Morón, Independiente, Excursionistas, Colón de Santa Fé, Godoy Cruz de Mendoza, Estudiantes de la Plata, Belgrano de Córdoba, San Martín de Tucumán, Gimnasia y Esgrima de Jujuy, Rosario Central, Los Andes, Racing, Argentinos Juniors, Nueva Chicago y hasta Ford (que en Argentina es como si fuera otro club de fútbol) lo han convocado para realizar banderas gigantes. Miles de manos alguna vez arrastraron la obra artística de Rodolfo Soria para regocijo del cuadro local y para envidia del público visitante.
Yo, desde mi humilde lugar de hincha, aplaudo la vuelta de tuerca que Soria encontró para hermanar dos pasiones casi antagónicas como lo son el arte y el fútbol. Y dejo también un par de fotos de su trabajo.
Tirante horizontal del Club Atlético Vélez Sarsfield
Telón del Club Atlético Lanús
Telón de Ford
Telón del Club Olimpo de Bahía Blanca
Telón del Club Atlético Excursionistas
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